I
Teléfono:
invento de cobardes,
consuelo del deseo del sordo
y cobijo de soledades.
II
Paciencia, la eterna premisa:
para todo sirve,
para nada vale.
Paciencia, preludio de la sonrisa,
estudio acelerado de la vida,
ilusión que nunca sale.
III
¡Qué gracia tienen las palabras
cuando se piensan
y qué mala fama
cuando se expresan!
IV
La alegría vestida de seda
no se llama alegría,
se llama marquesa.
La palabra vestida de oración
no se llama palabra,
se llama decepción.
La luna vestida de dolor
no se llama luna,
se llama sol.
Y la suerte vestida de ocaso
no se llama suerte,
se llama fracaso.
V
¡Qué sueños podría tener
si estuviese despierto!
En ellos,
las rosas se convierten en espinas
y las espinas se arrepienten
de no ser rosas.
¡Qué sueños podría tener
con nada de cosas!
VI
Señores políticos:
ustedes ponen la vela
donde sopla el aire,
y nosotros echamos la papeleta
en el templo del desastre.
VII
No hay nada peor
que decepcionar a los demás.
No hay peor cosa
que delatar al superior
e intentar dejarlo atrás.
¡A veces, lo más conveniente
(pero lo menos correcto)
es aprender
y ocultar lo sabido
para no ofender!
